La administración de medicamentos por vía inhalatoria para el tratamiento de enfermedades respiratorias constituye uno de los avances más ingeniosos de la medicina y a la vez más prácticos para el paciente y su familia.
En pediatría la indicación de nebulizaciones y aerosoles es muy frecuente, principalmente durante la época invernal y de alta circulación de virus respiratorios.
Los broncodilatadores ocupan la primera línea entre las drogas que utilizan esta forma de administración. Los corticoides para prevenir o mejorar las crisis asmáticas también la utilizan, con la ventaja de ejercer su acción antinflamatoria sólo a nivel local.
Lo importante es que la medicación llegue a los bronquios y no quede sólo captada por la nariz, boca o garganta. Para ello es importante el tamaño de las partículas de la droga administrada para que no sean tan grandes o pesadas y quedar depositadas antes de llegar a los bronquios ni tan pequeñas o livianas para que sean fácilmente exhaladas sin llegar a destino.
Otro factor importante a considerar es la velocidad de administración. Cuanto más rápido ingrese la droga inhalada, mayor posibilidad habrá de que la misma se deposite mayoritariamente en las vías aéreas superiores sin llegar a las inferiores.
La característica de la respiración del paciente también tiene importancia. Los niños, principalmente los lactantes, suelen tener espiraciones o exhalaciones prolongadas, generalmente provocadas por el llanto que pueden reducir el ingreso del medicamento. El tamaño adecuado y las características de las máscaras nebulizadoras merecen también una consideración especial. Si son demasiado grandes suelen favorecer el depósito de la medicación en nariz, boca o incluso el rostro del niño. Lo ideal es utilizar mascarillas con orificios laterales que, mediante un mecanismo valvular, permitan la entrada de aire en cada inhalación del niño e impida la salida cuando exhala.
En pediatría la indicación de nebulizaciones y aerosoles es muy frecuente, principalmente durante la época invernal y de alta circulación de virus respiratorios.
Los broncodilatadores ocupan la primera línea entre las drogas que utilizan esta forma de administración. Los corticoides para prevenir o mejorar las crisis asmáticas también la utilizan, con la ventaja de ejercer su acción antinflamatoria sólo a nivel local.
Lo importante es que la medicación llegue a los bronquios y no quede sólo captada por la nariz, boca o garganta. Para ello es importante el tamaño de las partículas de la droga administrada para que no sean tan grandes o pesadas y quedar depositadas antes de llegar a los bronquios ni tan pequeñas o livianas para que sean fácilmente exhaladas sin llegar a destino.
Otro factor importante a considerar es la velocidad de administración. Cuanto más rápido ingrese la droga inhalada, mayor posibilidad habrá de que la misma se deposite mayoritariamente en las vías aéreas superiores sin llegar a las inferiores.
La característica de la respiración del paciente también tiene importancia. Los niños, principalmente los lactantes, suelen tener espiraciones o exhalaciones prolongadas, generalmente provocadas por el llanto que pueden reducir el ingreso del medicamento. El tamaño adecuado y las características de las máscaras nebulizadoras merecen también una consideración especial. Si son demasiado grandes suelen favorecer el depósito de la medicación en nariz, boca o incluso el rostro del niño. Lo ideal es utilizar mascarillas con orificios laterales que, mediante un mecanismo valvular, permitan la entrada de aire en cada inhalación del niño e impida la salida cuando exhala.
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